Noche de galerías - Ricardo Migliorisi "En un solo acto" (2022)

Noche de galerías - Ricardo Migliorisi "En un solo acto" (2022)

EN UN SOLO ACTO

El último acto: el soñado

Mucho puede decirse, y mucho se ha dicho y seguirá diciéndose, acerca de la obra de Ricardo Migliorisi; no solo por lo prolífico de su creación, sino por la apasionada avidez de su imagen, que quiere nombrarlo todo y, para hacerlo, delira y fuerza a la imaginación a inventar las piezas que faltan para mirar, por un instante, un horizonte completo. Ese empuje se nutre del humor, el erotismo, el absurdo y la ficción; figuras y energías que actúan, al mismo tiempo, de modo despiadado e inocente. Y lo hacen en espacios dispuestos tanto al acontecimiento más grave como al más banal espectáculo.

RM rastrea las señas satíricas y dramáticas, trágicas a veces, en los ámbitos de la memoria infantil y los lugares del teatro, la escuela, el circo, la ópera, el vodevil, el carnaval, el prostíbulo y el cine (el sofisticado de autor y el ordinario de masas). Pero cualquiera de estos escenarios no se abre aislada y directamente, sino que se va conformando de modo gradual y provisorio por climas, sofocantes, ligeros o luminosos, que trastornan la posibilidad de identificar el sitio: las locaciones (en el sentido que tiene este término en la producción audiovisual) actúan como los "practicables" de representaciones farandulescas o los decorados de la vieja fotografía de plazas: un bâti o un telón de fondo que, como toda escenografía, no busca el verismo, sino la puesta en imagen de la ficción.

Contra esos paisajes confusos, mezclados entre sí, se presentan los personajes, oriundos de mundos dispares y provistos de realidades plurales. Son seres en devenir humano- animal-cosa; personajes de historias recordadas o inventadas; protagonistas de relatos mitológicos, de guiones literarios y/o del gran inventario del arte. Quizá el sentido político más radical de la obra de Ricardo radique en su apuesta a la incertidumbre de los significados establecidos: en esas escenas absurdas se representa la paradoja de un mundo que no puede ser conciliado y exige una y otra vez el esfuerzo de buscar nuevas salidas; de ampliar el horizonte de sentidos recurriendo a juegos de lenguaje constantes, a líneas de fuga, a rupturas del tiempo y de la lógica ordinaria. Así, la representación se quiebra en esquirlas de paisajes, en fragmentos de espejos, en partes de mundos continuamente rearmables.

Esta exposición, titulada En un solo acto, parte del intento imaginario –del juego– de concentrar en una sola escena una inmensa variedad de escenarios, episodios, capítulos y narraciones. Las obras presentadas puntúan retrospectivamente facetas muy diversas de la inabarcable trayectoria de RM. Se pretende, así, condensar de manera ficticia en un solo acto el conjunto de los cientos de segmentos, trancos y encrucijadas que esa trayectoria moviliza. Una obra que transcurre simultáneamente en escenas paralelas y según libretos desiguales. La citada pretensión de totalidad exige mirar la obra caleidoscópicamene, desde ángulos diferentes y renovados siempre.

Los poemas de Ricardo, reunidos bajo el título 713, presentan sorprendentes dimensiones del artista, que no contradicen sus fecundos desvaríos, sino que los enriquecen con una dimensión de nocturna intensidad que solo la poesía puede aportar. Por eso esta exposición recurre, aunque sea tangencialmente, al voluminoso libro que soporta el poemario 713 para rescatar algunos de los innumerables momentos que despliega a lo largo de 1.058 páginas. El propio título de esta exposición comienza citando una enigmática figura tomada de ese volumen desmesurado. La idea de un acto único ("acto" como acción y como parte de una pieza escénica) puede desplegar en muchas direcciones las figuras y situaciones que baraja continuamente el artista. Buscando detectar algunos indicios en esos rumbos enrevesados, se toman del libro, al azar, unos pocos aforismos, frases y sentencias y se los transcribe entre comillas como puntos de referencia para abordar conjuntos de obras expuestas en esta muestra.

Bajo el título Los puntos exactos, RM relata el caso de "senderos que se cruzaban en un punto y se bifurcaban hasta tejer un verdadero entramado". Los múltiples tejidos del artista, de los cuales su gran obra El manto resulta un ejemplo claro, acercan una pista a la hora de detectar un (im)posible cruce donde converjan en un flash todas las imágenes del artista para volver a abrirse después lanzadas a sentidos divergentes. La aseveración "Siempre hay dos versiones de una misma historia" permite la acción de diferentes lecturas y el trazado de distintas conexiones entre sus obras, pero también autoriza el transcurso de temporalidades diversas, trayectos opuestos del tiempo que avanzan o retroceden y se superponen en sus anacronías: RM dice que en cuanto ya conoce el pasado, quiere dibujar "líneas regresivas que apuntan hacia adelante". Por tanto, sus escenas pompeyanas, sus crónicas de la actualidad y sus citas de la mitología clásica son contemporáneas entre sí u ocurren en tiempos paralelos, reversibles. Estos saltos, realizados en el puro presente y, al mismo tiempo, impulsados retroactiva y prospectivamente, logran ejecutar la pirueta más ansiada por el arte contemporáneo: la que asienta la marca de lo intempestivo, la señal de un tiempo que ha perdido su linealidad secuencial y ordenada.

"Los amantes que jamás se vieron", "La soledad tiene forma de piedra… y se nutre mirando mi alma", "La ruta de los monstruos" y "La gran historia apenas comenzada" constituyen frases lacónicas, melancólicas, que, por un lado, enmarcan un mundo de desencuentro y nostalgia, latente incluso en las escenas más desenfadadas, y, por otro, anuncian breves zonas de silencio y reserva, ocultas en medio del regocijo y la exaltación erótica o pecaminosa ("El cuerpo del deseo se convirtió en el cuerpo del delito"). En ese contexto se inscriben las cifras de relatos de soledades y encuentros furtivos, así como se asientan catálogos de personas extraviadas y muestrarios de retratos inverosímiles. También allí se asientan las listas de bestias inclasificables, seres ensamblados con partes disímiles, y se garabatean crípticas grafías capaces de conciliar la impudicia y el candor (como lo hace toda su escritura, todos sus textos-imágenes). Estas disonancias inquietan no tanto por la contradicción que apañan, sino por la naturalidad con que lo hacen. Lo siniestro, en sentido freudiano, no actúa exponiendo la amenaza del absurdo, sino encubriendo las señales que remiten a un fuera de escena: la clave del desatino no puede ser descifrada, pues se encuentra más allá del campo visual, apenas insinuado a veces.

RM presenta salidas ante la inquietud de sus propias paradojas. Por un lado, el tono de farsa o el formato de cuento dislocan o, al menos, mitigan las contradicciones sin desactivarlas. La ironía detiene el telón que clausuraría cada acto y promueve que la angustia ante el extravío sea asumida en clave de juego o de humor. A punto de terminar el único acto, el drama revela su carácter de ficción, de puro juego o de sueño. Se desvanece, así, la amenaza del absurdo, pero no la inquietud de la inminencia: aunque convertida en pura representación, en ilusión o en cuento, aun simulada mediante colores radiantes o embozada con los artificios de la escena, la adversidad siempre ronda lo mostrado/ocultado, pues no puede el arte arrancar las máscaras y los disfraces que conforman su ministerio. Por eso se lee en el poemario 713: "Hay que buscar dónde ocultar la belleza"; es que, sin la presión, perturbadora, del otro lado no puede la imagen volverse poética.

Pero hay otras pistas dejadas por RM para conjurar el riesgo del extravío y sortear lo inexplicable. Los artistas son capaces no de adivinar el acontecer que espera, pero sí de anticiparse a su ocurrir. "Duermo mucho porque sé que voy a soñar", escribe como disculpándose. Sabe que, tanto como las de la muerte, las claves del sueño no pueden ser desentrañadas. Pero ese escamoteo es también una condición del arte. Por eso supone, predice, en su poemario: "Más bella será la otra orilla donde duermen los muertos".

Ticio Escobar


1, setiembre, 2022.

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