Texto curatorial del Dr. Alban Martínez G. - (Muestra: Poesía Visual de Tony Roberto - N.D.G. 2017)
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Poesía visual
Los antiguos han dicho que la poesía es un cuadro sin formas
y que una pintura es un poema con formas.
Kuo Hsi.
Bajo el título Poesía visual, el artista Toni Roberto (Asunción, 1966) presenta en la Galería Matices, Asunción, a partir del 19 de octubre de 2017, una serie de trabajos recientes: son pinturas ejecutadas con la técnica de la aguada, que consiste en la mezcla de agua y diversas tintas. Con esta mixtura, Roberto conjuga sutiles trazos, pinceladas, manchas de colores y pequeñas frases escritas en la composición. Algunas de estas pinturas ‒en pequeño y mediano formato‒ están realizadas sobre distintos tipos de cartulina francesa (arches, fabriano, canson) y enmarcadas en unas cajas negras; otras ‒en formato mayor‒ se hallan ejecutadas sobre lienzo y bordeadas con un fino listón plateado. Básicamente, estas propuestas dejan entrever tres inquietudes del artista:
En primer lugar, la necesidad de simbolizar el significado existencial del paisaje urbano –preferentemente el asunceno‒, su arquitectura y sus árboles. Roberto viene investigando esta temática desde hace un tiempo en una suerte de esfuerzo por vivenciar, interpretar, plasmar el paisaje, al mismo tiempo de proyectar en él sus impresiones y emociones personales; este conjunto de empeños da lugar al surgimiento de breves relatos que, en algunos casos, aparecen tenuemente escritos, lo cual hace que cada obra proyecte una expresión individual del artista. Aunque se identifiquen ciertos perfiles de iglesias, residencias y rincones existentes, los paisajes de estas obras son imaginarios. A Roberto no le interesa tanto lo que ve, sino cómo lo ve; en tal sentido, trabaja en la línea de los impresionistas, que acudían a la naturaleza más para ver cómo pintarla que para retratarla en sí misma. Si los realistas pintaban considerando las formas en su identidad, los impresionistas lo hacían aprovechando el momento de luz, más allá de las formas situadas tras el juego lumínico.
En segundo lugar, el empeño en concebir el dibujo y la pintura como técnicas de libre expresión, siguiendo algunas de las pautas abiertas por dos de sus maestros, Livio Abramo y Edith Jiménez. Esta concepción permite al artista desarrollar la idea de que sus paisajes pueden abarcar la mente humana, sus reacciones y pensamientos, aun sabiendo que tales paisajes son simulados. Para Roberto, la arquitectura, la vegetación y el contexto urbano no ofrecen más que una “ilusión” de permanencia, ya que todo es mudable. Asimismo, las líneas esbozadas, las manchas y los planos superpuestos generados por sus aguadas revelan que nada de lo que existe está realmente libre de imperfecciones y que todas las cosas coexisten en un estado perpetuo de transformación y cambio. Este principio se refleja en una evocadora frase metafórica escrita en una de las pinturas expuestas: “A veces la arboleda es arquitectura y la arquitectura, arboleda. A veces la luna es arquitectura y la arquitectura, luna”.
Por último, la cercana relación pintura/poesía observada en estos singulares trabajos de Roberto manifiesta una fuerte vinculación suya con expresiones tradicionales del arte oriental ‒especialmente el Sumi-e- de la pintura japonesa‒, indagado por el artista con sumo interés. En esta serie, dibujo y caligrafía, poesía y pintura, al igual que brío y espontaneidad, transparencia y síntesis, devienen componentes del mismo fenómeno. Y adquieren, por tanto, estatuto de genuina escritura plástica de relación con la naturaleza, en el sentido del Budismo Zen, experiencia espiritual plena de poesía visual.
Alban Martínez Gueyraud
Asunción, octubre de 2017.
Los antiguos han dicho que la poesía es un cuadro sin formas
y que una pintura es un poema con formas.
Kuo Hsi.
Bajo el título Poesía visual, el artista Toni Roberto (Asunción, 1966) presenta en la Galería Matices, Asunción, a partir del 19 de octubre de 2017, una serie de trabajos recientes: son pinturas ejecutadas con la técnica de la aguada, que consiste en la mezcla de agua y diversas tintas. Con esta mixtura, Roberto conjuga sutiles trazos, pinceladas, manchas de colores y pequeñas frases escritas en la composición. Algunas de estas pinturas ‒en pequeño y mediano formato‒ están realizadas sobre distintos tipos de cartulina francesa (arches, fabriano, canson) y enmarcadas en unas cajas negras; otras ‒en formato mayor‒ se hallan ejecutadas sobre lienzo y bordeadas con un fino listón plateado. Básicamente, estas propuestas dejan entrever tres inquietudes del artista:
En primer lugar, la necesidad de simbolizar el significado existencial del paisaje urbano –preferentemente el asunceno‒, su arquitectura y sus árboles. Roberto viene investigando esta temática desde hace un tiempo en una suerte de esfuerzo por vivenciar, interpretar, plasmar el paisaje, al mismo tiempo de proyectar en él sus impresiones y emociones personales; este conjunto de empeños da lugar al surgimiento de breves relatos que, en algunos casos, aparecen tenuemente escritos, lo cual hace que cada obra proyecte una expresión individual del artista. Aunque se identifiquen ciertos perfiles de iglesias, residencias y rincones existentes, los paisajes de estas obras son imaginarios. A Roberto no le interesa tanto lo que ve, sino cómo lo ve; en tal sentido, trabaja en la línea de los impresionistas, que acudían a la naturaleza más para ver cómo pintarla que para retratarla en sí misma. Si los realistas pintaban considerando las formas en su identidad, los impresionistas lo hacían aprovechando el momento de luz, más allá de las formas situadas tras el juego lumínico.
En segundo lugar, el empeño en concebir el dibujo y la pintura como técnicas de libre expresión, siguiendo algunas de las pautas abiertas por dos de sus maestros, Livio Abramo y Edith Jiménez. Esta concepción permite al artista desarrollar la idea de que sus paisajes pueden abarcar la mente humana, sus reacciones y pensamientos, aun sabiendo que tales paisajes son simulados. Para Roberto, la arquitectura, la vegetación y el contexto urbano no ofrecen más que una “ilusión” de permanencia, ya que todo es mudable. Asimismo, las líneas esbozadas, las manchas y los planos superpuestos generados por sus aguadas revelan que nada de lo que existe está realmente libre de imperfecciones y que todas las cosas coexisten en un estado perpetuo de transformación y cambio. Este principio se refleja en una evocadora frase metafórica escrita en una de las pinturas expuestas: “A veces la arboleda es arquitectura y la arquitectura, arboleda. A veces la luna es arquitectura y la arquitectura, luna”.
Por último, la cercana relación pintura/poesía observada en estos singulares trabajos de Roberto manifiesta una fuerte vinculación suya con expresiones tradicionales del arte oriental ‒especialmente el Sumi-e- de la pintura japonesa‒, indagado por el artista con sumo interés. En esta serie, dibujo y caligrafía, poesía y pintura, al igual que brío y espontaneidad, transparencia y síntesis, devienen componentes del mismo fenómeno. Y adquieren, por tanto, estatuto de genuina escritura plástica de relación con la naturaleza, en el sentido del Budismo Zen, experiencia espiritual plena de poesía visual.
Alban Martínez Gueyraud
Asunción, octubre de 2017.