GEA - LAURA PIÑEIRO - Noche de Galerías 2025 (ASGAPA)

GEA - LAURA PIÑEIRO - Noche de Galerías 2025 (ASGAPA)

GEA

Obras recientes de Laura Piñeiro

 

 

 

 

De Caos nacieron Érebo y la negra Noche.

De la Noche, a su vez, nacieron el Éter y el Día,

a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Érebo.

Gea alumbró primero, igual a ella misma en extensión, al Cielo estrellado,

para que la cubriera por todas partes y fuera asiento seguro para los felices dioses.

También alumbró a las altas Montañas,

morada placentera de las diosas Ninfas que habitan en las boscosas montañas.

También alumbró al Ponto, el mar estéril de agitadas olas, sin mediar el grato comercio del amor.

Teogonía de Hesíodo, fragmento. Gea da a luz a Urano (el Cielo), las Montañas y Ponto (el Mar), pp. 126-132.

 

Tierra rojiza,

El sol se esconde,

La luz es suave,

Un silencio profundo.

Masaoka Shiki (1867-1902). Haiku sobre la Tierra.

 

 

Laura Piñeiro (Asunción, 1975) presenta en la Galería Matices (Asunción) su exposición individual titulada Gea. La muestra reúne un cuerpo de obra reciente articulado en tres series distintivas, cada una de las cuales explora diferentes técnicas y lenguajes: pinturas acrílicas sobre lienzo, xilografías sobre papel y esculturas de resina con acabado pictórico.

Las piezas recientes de Piñeiro nos llaman a una exploración personal de las profundidades terrestres revelando conceptualmente paisajes internos y externos; evocando el espíritu de Gea, diosa primordial griega de la Tierra y madre de todas las cosas. A través de una paleta cromática dominada por tonos terrosos, así como por medio de la sinuosidad de formas orgánicas –óvalos, ovoides y sutiles estilizaciones de elementos naturales–, la artista nos introduce en un universo donde la abstracción se erige como lenguaje elocuente para expresar la fertilidad inherente, la estabilidad esencial, la profunda conexión con el entorno y la intrínseca relación entre la materia y el espíritu.

Mediante una depurada indagación de la abstracción en sus técnicas pictóricas y de grabado, Piñeiro ha construido un universo visual donde la espacialidad bidimensional se anima con la presencia de formas orgánicas y de etéreos juegos de transparencia. La artista, licenciada en Artes Visuales y en Comunicación Visual, despliega además un notable dominio técnico del color, empleando sus atributos subjetivos para edificar una narrativa provista de una variedad de perspectivas y recursos visuales. En efecto, la aplicación de color plano –ahora con una sutileza mayor que en series precedentes– define la atmósfera evocadora de la obra, que transita entre la luminosidad y una delicada opacidad.

Con esta nueva serie, la artista expande asimismo su universo creativo hacia la tridimensionalidad de la escultura, marcando una fascinante inflexión en su trayectoria. Tras consolidar un lenguaje distintivo en la confluencia de la pintura y el grabado, estas piezas escultóricas emergen como un audaz intento de sintetizar y materializar en el espacio los valores y las estructuras que han vertebrado su producción bidimensional. Lejos de ser una simple traslación, se trata de una profunda reinvención formal, mediante la cual las inquietudes pictóricas y las lógicas del grabado se destilan en volúmenes y texturas y ofrecen, así, una perspectiva inédita sobre el universo conceptual de Piñeiro.

Más allá de la estética, la obra invita a considerar la profunda historia de nuestra relación con la Tierra. Con una sensibilidad que amalgama códigos culturales de Oriente y Occidente, Piñeiro articula un lenguaje creativo en que se entrelazan el conocimiento de las formas orgánicas y el simbolismo cromático. En la tradición oriental, estas formas a menudo vehiculizan principios filosóficos y espirituales de interconexión, vitalidad y armonía cósmica. En contraste, la cultura occidental tiende a circunscribir su simbolismo a elementos específicos de la naturaleza o a valorarlos principalmente por su función estética y representativa.

De igual modo, la artista explora la polisemia del color, consciente de sus divergentes interpretaciones culturales. Aquello que para una tradición evoca un significado particular, puede adquirir connotaciones radicalmente distintas, incluso opuestas, para otra. Esta comprensión detallada del color se erige como un elemento crucial en la estrategia discursiva de Piñeiro, lo cual permite que su intención resuene con una profundidad que va más allá de lo puramente visual. De hecho, en estas obras, lo cromático y lo abstracto interactúan para trasmitir impresiones que superan el dominio de lo observable y sugieren una interpretación visual connotativa, una lectura más introspectiva.

Así, en las pinturas seleccionadas para la muestra, los pigmentos ocres, sienas, terracotas, cafés, grises y verdes se entremezclan en composiciones que evocan la rica textura de la tierra fértil. Las formas ovoides evocan el germen vital, el potencial oculto en la naturaleza. A su vez, algunas abstracciones de elementos naturales aluden a la geografía terrestre, con perfiles que se espejan como lagos o se superponen a modo de nacientes cordilleras.

En los xilograbados, en cambio, el color revela la esencia de la matriz y la magia de la transposición, otorgando a cada pieza un latido propio. Si en Límites la artista trabajaba con matrices individuales, en Gea da un giro al combinar dos en una sola estampa, explorando así un abanico de nuevas variaciones visuales. Los grabados, entonces, con sus líneas precisas y texturas sutiles revelan la estructura subyacente de la Tierra, sus capas y estratos, como una suerte de mapa geológico.

Se infiere que, en todo este diálogo bidimensional entre pintura y grabado, Gea emerge no como figura, sino como un eco profundo y visceral de la Tierra; una atmósfera palpable, envolvente. De igual forma, remitiéndonos al haiku inicial de Masaoka Shiki, es posible afirmar que estas imágenes revelan una mirada atenta al devenir de la naturaleza; efectúan un tránsito desde la claridad del día hasta el silencio de la noche, donde la luz tenue, las formas orgánicas y los colores sobrepuestos asociados a componentes naturales y minerales son testigos de la esencia terrestre.

Las esculturas, por su parte, materializan la cohesión y la fuerza telúrica de Gea. La solidez de las formas, la disposición concéntrica de los vacíos evocadores y la riqueza táctil de las superficies establecen una conexión instintiva con la materialidad terrestre, su peso innegable, su presencia palpable y, también, con la cadencia cíclica del tiempo.

Sus contornos sinuosos y protuberancias suaves remiten a la geología en movimiento, a la lenta pero constante transformación de la materia terrestre. Los colores, anclados asimismo en la gama de los tonos terrosos, se modulan sutilmente, creando juegos de luces y sombras que acentúan la vitalidad inherente a estas formas.

En su simbolismo lo mismo que en su forma, la obra de Laura Piñeiro se erige como un elocuente tributo a Gea. A través de su lenguaje abstracto, la artista acerca pistas para una comprensión más profunda de nuestro lugar en el cosmos, así como señala indicios claros de la intrínseca conexión existente entre el ser humano y un todo interdependiente, donde la Tierra es fuente de vida y hogar primordial.

 

ALBAN MARTÍNEZ GUEYRAUD

Curador de la muestra

Asunción, mayo 2025

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